marzo 28, 2011

Cuando eres noche.

En las piedras hay unos pasos atorados,
nuestras voces han tropezado, ebrias de alegría y mariposas,
no se ven porque se escurren en las grietas
entintadas un poco de cometas y de soles.

Ya en el fin, la noche nos dispara
te ha dado justo en el pecho, y empiezas a sangrar historia,
en tu cabello ahora hay ríos,
bosques jugando al escondite.

Reviso tu cuerpo, tus brazos, tus dedos,
he de sacarte la bala, pero no quiero que se acabe la noche,
luces tan preciosa destellando ahora,
que no quiero abandonarme al mar, no quiero.

El viento empieza a danzar alrededor nuestro,
y el resto del mundo ha huido: no soporta verte tumbada, intento de lago
ya está suspirando, quejumbroso, el pasto
se muere de envidia, pero no huye.

No sé si son flautas pero estás sonando,
tienes ahora ese misterio de noche y de grillos voladores,
te ha contagiado sólo con un tiro
y ahora hay galaxias por todo tu pecho.

Que no vea la noche lo que ha hecho,
que no vea el océano que ahora enamoras a la costa helada,
te he de cubrir mientras se deshace,
mientras muere la bala, eres solo mía.

No sé si quería, pero ya soy tuyo,
y ahora he de colocarte una atmósfera encima, tengo que,
toda llena de mí mismo, toda viento
para que la noche no vea lo que hizo.

Y ya va muriendo la bala en tu pecho,
y estas horas en las que fuiste noche, en las que fuiste todo,
ya te voy quitando mi presencia de encima
y vas quedándote sólo con las huellas.

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