noviembre 07, 2010

Charlando con ese pequeño.

Hoy, respirando ayeres, me encontré desenterrando recuerdos.

De pronto estaba cubierto de aquella lluvia tormentosa de las palabras que me dijeron de pequeño, de las tardes que pasé mirando como las nubes cambiaban de forma, de como los lirios volaban.

Cómo contrario a la creencia popular, nosotros pasamos y el tiempo se nos queda viendo. Y se pregunta quiénes seremos a pesar de que nos conoce porque nos sigue.

Y ahí vamos, caminando senderos en la hierba, arrastrando nuestros deseos y elevando gritos de hastío en las noches sin luna.

Nacemos llorando, vivimos llorando y morimos con gente a nuestro alrededor devolviéndonos las lágrimas que gastamos a lo largo. Pero no nos las podremos llevar, sólo las agradecemos en silencio mientras ellos en silencio nos las devuelven. Lagrimas que a veces son la lluvia del final.

Perdidos en medio de tanta lágrima a veces están los sueños vagabundos.

El del astronauta, el del bombero, el del amor ideal. Y están perdidos para que los encontremos por unos meses. Sólo de pequeños, porque después perdemos las ganas de buscar y sólo encontramos cosas en los ojos de los amores. Sueños en pupilas.

Eso pasa cuando abres un álbum de fotografías en donde tenías 5 años y la vida era sólo una extensión de tu mirada.

Pronto envejece la memoria.


Gerardéjenmeenmirincón.

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